1597
Sevilla
Fue herido y mutilado por los turcos. Fue asaltado por los piratas y azotado por los moros. Fue excomulgado por los curas. Estuvo preso en Argel y en Castro del Río. Ahora está preso en Sevilla.
Sentado en el suelo, ante la cama de piedra, duda. Moja la pluma en el tintero y duda, los ojos fijos en la luz de vela, la mano útil quierta en el aire.
¿Valdrá la pena insistir? Todavía le duele la respuesta del rey Felipe, cuando por segunda vez le pidió empleo en América: Busque acá en qué se le haga merced. Si han cambiado las cosas desde entonces, han cambiado para peor. Antes tuvo, al menos, la esperanza de una respuesta. Desde hace tiempo el rey de negras copas, ausente del mundo, no habla más que con sus propios fantasmas entre los muros del Escorial.
Miguel de Cervantes, solo en su celda, no escribe al rey. No pide ningún cargo vacante en las Indias. Sobre la hoja desnuda, empieza a contar loas malandanzas de un poeta errante, hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Suenan tristes ruidos en la cárcel. No los oye.
Eduardo Galeano.
...Los Nacimientos
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