lunes, abril 16

paula y aivan


paula miraba hacia fuera de su ventana aérea y podía notar que bajo las alas del gran avión transtlántico existían pedazos de tierra rodeados por un mar transparente y color acqua. junto a ella estaba sentado el amor de su vida, aivan, durmiendo con su cabeza apoyada sobre el hombro de ella. mientras ella le acariciaba su cabello semilargo, sostenía su cabeza con todo su amor y su entrega total de persona. cerró los ojos y comenzó a soñar junto a él, pues su unión existía más allá de una simple comodidad relacional.


cuando llegó a la puerta, la notó cerrada. detrás de ella podía escuchar los gemidos de quienes no duermen y la cama que crujía con el mínimo movimiento de acomodación. el cerrojo se hallaba trancado, y la luz que provenía de afuera no vislumbraba nada de lo que podía suceder adentro. así, comenzó a luchar contra la puerta, a gritar, a patearla con sus puños cerrados y a exclamar entre sollozos la justicia por su amor. luego, al ver paula que adentro se rehúsaban a dejarla entrar, tomó un cuchillo y decidió dejar escapar su furia por medio de cortes profundos, rasgando su tejido de piel hasta notar que la sangre se coagulaba sobre su extremidad.


con tiempo, cayó en un sueño confuso y se acostó a dormir cobijada por su sangre autoproclamada. llegó entonces una sombra y besó sus brazos, sus lágrimas y sus ojos cerrados. la abrazó con todo el amor de quien no sabía qué había hecho, tan solo la amaba. cuando abrió los ojos, lo vio sonriendo con sus ojos de payaso triste pero ella le hizo un gesto con sus labios berrinchoso, dejándole saber que el dolor no era superable, que prefería morir antes que entregarse a este adiós siempre tácito. sin embargo, aivan la sostuvo sobre los vidrios cortados y caminó sobre ellos cuando el río los ahogaba; tapaba el sol con su cabeza cuando paula se enceguecía con su calor, y guíaba su camino oscuro a manera de estrella del norte. y aivan, el hombre de su amor, siempre clavó su propia cruz sobre su espalda para poder caminar junto a ella cuando ésta cayese sobre sus pasos. ella, a cambio, amó a aivan con todo su ser, y entonces, despertó.


volvió a ver al ser humano que dormía junto a ella en el transporte aéreo; escuchaba su música húngara por tercera vez seguida y olía a ese olor tan familiar, tan cercano a casa, tan de ellos, que no pudo más que olvidar el sueño que le indujo aivan a ella, a paula. cuando aterrizó el avión, la tierra dejaba de moverse al son de un eco comprimido y los sueños dejaron de atormentarlos. por un lado, esperaban y recogían las maletas, por otro, se miraban con sentimiento pleno y ojos profundos, pero por un siempre tercero, sufrían en silencio, como la sombra que se acercó a desvelar el sufrimiento de paula aquella noche en su cama.

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