martes, febrero 20

sinfonía de un nuevo mundo

cuando fui infante lloré al escuchar los violines afinar en el teatro, luego aprendí a escucharlos en unión con los clarinetes y vientos: fue aquí cuando comenzé a soñar con la ausencia de soledad.
Oía mares y lagos declamar su agua en gorriones volátiles;
un desierto arábico con el mercado respirando caóticamente en sus esquinas;
cortinas blancas que volaban al interior de la estancia, cubriendo mi cuerpo en la cama.


en la ventana lo veo, un silencio. su estruendo me calma, el estar envuelto en sentimientos como la piel sobre los huesos logra crear un todo en la nada, como el caos antes de la tierra.


a través de la transparencia silenciosa veo la noche, en su ceguedad me lanzo, así a un abismo del vértigo.


el salto sin fin no sería lo que fuera si no hubiera sido por el llanto en el teatro.

1 comentario:

pao dijo...

definitivamente una sesión catártica...