miércoles, marzo 7

absurdez


luchar contra el furor de tu recuerdo equivale a declamar versos homéricos de memoria, a protegerse de miradas intrusas sin párpados, a masticar sin boca. dentro del extirpamiento de tumores yacen semillas de posibilidad, vidas con laberínticos encuentros, sueños asesinados y amaneceres indescifrables. pero con todo, cada grano de tiempo se sumerge en mi ser, aquel que creaste con manos ambidiestras moldeando tus deseos estancados, y vivo entre miradas desesperadas y corazones abiertos, ayeres y mañanas, soledades y excitaciones.

lentamente espío mis pensamientos, susurros maquiavélicos, y descubro que esta vida se compone de espinas que atraviesan mi corazón, coronas de maldiciones y juegos pecaminosos, pero siempre para poder alzar la vista y ver la hermosura radiante de un follaje color otoño que se mece con el viento eterno.

en la oratoria de los perdones nada es excusable y decir sentir se marchita en la pudrición de los olores rancios. sin nada, pedir perdón (no) es absurdo cuando la decepción se acuesta a dormir junto al odio y la incomprensión. etiquetas de un porque y no un por qué evindencian la nada completa, el fracasar de un intento amoroso donde permanece el cariño que apoya su dolor sobre un estante de libros marmóleos.

tejo y destejo mi ser entrelazado con el alter ego cercano para justificar mi llanto infantil. cuando vista la calle ausente de compañía, podré caminar erecta sobre la acera acostumbrada a la lluvia lacrimosa de una crucifixión (in)necesaria; cargaré mis pañuelos secos y los mojaré con el agua empapada de mí.

vos sos mi perversión absurda, perdida y desactualizada.

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