miércoles, marzo 14

(a) diario


ahora que he quedado sola, vuelvo a ver hacia la ventana y su fueridad, encontrando mi mirada un árbol que en su verano ha logrado sacar flores rosadas que luego, al caer, dejarán el pavimento aceroso cubierto de color alegre. detrás de su colorido, el cielo, y antes del azul, millones de cables eléctricos. debajo del cielo, una carretera que solía ser un simple barrio ausente de caos, ahora, hora pico frente a mi pobre paisaje.



le prendo fuego al fino porro delgado que he podido enrolar en mi soledad, pues para poder drogarme ocupo tan solo tres pofs ligeros. fumo sentada al borde de mi cama, cubierta con un cubrecama azul; mis manos se refrescan caídas fuera de la ventana y fumo quietamente mientras el sol comienza a bajar a mi derecha. pienso en tejer los colores del cielo en una hermosa manta que usaría para cobijar mis penas, mis sueños, mis temores y mis anhelos. luego, bloqueo el claxon de aquel taxista desesperado y los gritos insultantes de los conductores vecinos para comenzar a hablar con los miles pensamientos apresurados que comienzan a transitar mi antes, similar a la calles, poco caótica mente.


comenzé a llorar hace un segundo, pensando en mí. es como un si un maremoto me drogara en su potencia, dejándome perdida al salir del agua.


en el trasfondo escucho música y me gusta cantar en voz alta, incluso bailar, me recuerda que en algún momento tuve infancia. quisiera recordarme de esa persona que me enamoró de mí misma, y en este caso, obviamente, hablo de mi persona. miro hacia atrás, sobre mi espalda, y noto el desorden de mi biblioteca... miles, exagerando, de libros llenos de información interesante. su desorden me desmotiva, el solo hecho de ver toda la información combinada en estantes equívocos, in-separados de la mejor manera, me causa pereza de abrir cualquiera de ellos. estoy peleada con mi lectura. en los libros ya no encuentro soluciones a la vida, quizá porque leo los que no son, o más bien, los leo mal. quizá la información es lo detestable, nada hay como la literatura...


paralelo a la biblioteca está mi espejo, me observo, y así, afectada por un poco de monte viejo y lleno de porquería, me observo. me encanta observarme en el espejo, directo a los ojos, como si estuviera viendo a otra persona. ¿qué me dicen mis ojos? claramente, estoy ante mi esquizofrenia, aquella que se acumula de paranoia, y entonces dudo, dudo de si estoy diciendo-me algo sincero o sereno. simplemente, dudo, de lo que sea, de mi nombre, de mi cuerpo, de mis emociones.


dudo, de mi existencia, y me río, de mí misma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta como escribe.
yAra

pao dijo...

gracias. siempre bienvenida.