lunes, marzo 12

no olvidemos los espacios

los seres humanos duermen y los infaustos sueñan con ojos abiertos mientras los delirios del orbe cubren el estancamiento. los meandros oscuros del río seco se asimilan a distantes cuevas solitarias, dentro de las cuales se puede escuchar a la luna llorar desconsoladamente. ésta, fallecida bajo la verdad, encuentra la mentira, y la desnudez refresca el frío que habita en los hoyos turbios. ¿dónde apacigua el mar su dolencia? en la espuma de sus olas muertas.

el indefenso se cepilla los dientes sucios con agua caliente y su cavidad bucal desencadena óperas desmedradas que refrescan el calor de la vida. así, se admira frente al espejo y se encuentra del otro lado, con ojos cafés y labios negros; con palabras elefantes y con existencia confusa, mientras su lengua murmulla cánticos deleznables sobre el recuerdo ecuménico de la inmortalidad. llora, y ríe, en completa soledad.

el relleno se queda vacío y bajo las esquinas perpendiculares del desosiego corren las selvas negras, hogar de los árboles y sueños perdidos. sobre las cúpulas de la naturaleza descansa el aire, cansado de recorrer largas distancias insignificantes. la bruja del bosque corre entonces por veredas grises, ahuyentando a los lobos que formulan una cena sangrienta; cree lograr escapar, hasta que al tropezar con una piedra de desdicha cae su cara sobre el pavimento mojado, destruyendo sus ojos violentos.

el dandi la recoge, la sostiene y la besa. y entonces, dentro de los espacios, transgredimos la miseria de un día inacabado.

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